lunes, 5 de agosto de 2013

EL ÚLTIMO ELVIS (Comentario a la película)

Mientras escucho a Gov´t Mule, voy a escribir un comentario sobre la película dirigida por el Argentino Armando Bo y guión del director en colaboración de Nicolás Giacobone (que no sé quienes son), de título "El último Elvis". Lo suyo sería escribir con el Heartbreak Hotel o el Suspicious mind de fondo, pero me ha pillado así y además me viene bien para decir que, en esta historia de aparentes obsesiones y frustraciones patentes, la banda sonora acompaña al protagonista (interpretada por el mismo de manera magistral) que se cree Elvis (o eso quiere hacernos creer al resto).
Pero la peli, más allá de su propia historia, se podría extrapolar a cualquier otra cuyo starring tuviera como alter ego a James Hetfield; en tal caso, a escuchar el Master of Puppets.

Y entrando en harina, no tengo yo tan claro que director y guionista quieran tratar tan solo el asunto de las obsesiones y sus consecuencias negativas en la vida de un padre separado/dejado, con una hija  a la que no está educando de forma convencionalmente responsable, que tiene un trabajo que detesta y que en su tiempo libre lidera una banda de versiones de Elvis Presley que consigue los bolos a través de una agencia que contrata a imitadores de famosos. Fuera del escenario se comporta como si fuera Elvis e incluso gesticula como él, corrigiendo a aquellos que le llaman como  le puso su padre; Carlos Gutiérrez. Dentro del escenario, además de interpretar su música, que la vive, también se comporta como El Rey, como muestra el anecdótico suceso durante una actuación cuando abandona la tarima alegando un sonido de mierda, emulando seguramente alguna rabieta que tuviera el de Tupelo, Misisipi.

 El caso es que esa descripción somera que hago de las circunstancias del personaje responde a lo evidente de las primeras imágenes, pero para qué vamos a ver películas "raras", pues para pensar un poco, para ir más allá de lo explícito, por que ¿sobre qué te hizo reflexionar Lobezno, Inmortal? (si Rodríguez de la Fuente levantase la cabeza...).

 Según transcurre la cinta, se puede interpretar que las obsesiones son malas, o que persigue tu sueño pese a todo, o que no importa lo que piensen los demás mientras tu seas genuinamente coherente, o hasta qué punto merece la pena estropear tu vida real en pos de conseguir un sueño, y dónde debe uno darse cuenta de que ese sueño es inalcanzable, y mientras prestas atención a los créditos (compostura que inmediatamente te convierte en cinéfilo de pro) piensas que hagas lo que hagas, lo que sea, da igual,  hazlo a lo grande. Armando Bo sabe mantenerte pendiente de lo que va ocurriendo, de menos a más y con un breve intríngulis final que se resuelve...mejor verla, que ya le fastidié el final a alguien que quería verla. En fin que es una película muy recomendable, no apta para los sensibles a la vida, pero algo de sensibilidad ayuda a amortizar el gasto de la entrada, aunque con la banda sonora en primer plano y como eje paralelo a la estimulante historia, queda justificado el gasto.


Y acabo estas líneas escuchando a Gil Scott-Hearon, poeta musical que a buen seguro muchos músicos y artistas reivindicativos americanos tendrán como alter ego.

Salud.
http://youtu.be/hvYe0y9z5ws

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