lunes, 29 de marzo de 2010

DIAMANTES PARA LA ETERNIDAD (Diamonds are forever)



Es una película de la United Artist, del año 1971. Dirigida por Guy Hamilton e interpretada por Sean Connery, Jill St. John, Charles Grey y Bernard Lee entre otros. Es otra película más del agente James Bond, lo que quiere decir de acción, y dura aproximadamente 115 minutos.

Es la séptima película de la serie Bond, y la sexta que interpreta Sean “el correcto” Connery. Fue el único actor que volvió a interpretar al personaje después de ser sustituido por otro actor. Pero es que Connery es mucho Connery.

Cuando George Lazenby dejó el papel, la United se encontró con un vacío enorme, puesto que no querían dejar escapar el filón que era hacer una película Bond. Entonces se pusieron manos a la obra en busca del Bond perfecto. Lo malo era que la distribuidora y los productores buscaban cada uno una cosa diferente. Si bien los productores Albert R. Broccoli y Harry Saltzman buscaban una cara nueva (intentaban americanizar al personaje, porque por aquellos tiempos creían que subiría aún más en popularidad a Bond), y la United pensaba en repescar a Sean Connery. Al final la productora ganó, con la no despreciable cantidad de 1.200.000 dólares, los cuales el actor donó a una asociación benéfica que él había fundado 3 años atrás en escocia (digo yo que no todo el dinero, pero es lo que se dice).
Para el argumento se pensaba en volver a los orígenes, y sobre todo a la trama de Goldfinger, puesto que es con esa película con la que el personaje adquiere fama mundial. Así que se metería al hermano de Goldfinger para luchar contra Bond, pero cuando se descubrió que volvía Sean al papel, se obvió tanto ese villano, como la americanización del personaje. Y les salió bastante bien.
Y aquí tenemos a Bond, que empieza a buscar por todos los sitios que conoce, al asesino de su mujer, Ernst Blofeld, interpretado esta vez por Charles Grey (el cual ya salio en Solo se vive dos veces, en la cual, eso si, interpretaba a otro personaje). Cuando cree haberlo encontrado lo mata, sin saber que es un doble. Luego se toma unas vacaciones, que terminan cuando se le reclama para otra misión. Esta vez se trata del robo de diamantes. Suplantando a un traficante de diamantes, se une a Tiffany Case, interpretada por la bella Jill St. John, con la cual llegara a mantener una relación (que raro). Luego descubrirá que Blofeld esta de nuevo detrás de todo, puesto que ha ideado un satélite echo de diamantes con el cual pretende destruir con un potente rayo láser cualquier ciudad del mundo. Y piensa ofrecerlo al mejor postor. Con la ayuda del agente de la CIA Felix Leiter (cuyo personaje nunca es interpretado por un mismo actor en toda la serie), logra desbaratar los planes del líder de Spectra.
En esta película, el personaje de Bond empieza a ser más sarcástico que antes. Me viene a la cabeza una frase suya, cuando llevan el cadáver de su supuesto hermano, y uno de los villanos le dice: “yo también tengo un hermano”, a lo que él contesta: “que cosas pasan”. O cuando antes de los créditos iniciales, estrangula a una tal María con su bikini, y la dice: “habla más alto que no te oigo”. Buenísimo.
Como ya tenían previsto hacer algo parecido a Goldfinger, repite el mismo director, Guy Hamilton, el cual esta encantadísimo de hacerlo. Sobre todo con Connery de nuevo llevando el manto del agente británico más famoso del mundo. Y es que ninguno de los actores o del equipo de rodaje tiene queja de este actor, el cual ayuda cuando puede, y colabora (no exige), con los guionistas y director.

Dos de los personajes más carismáticos de la película son el señor Kidd y el señor Wint. Estos dos asesinos a sueldo de Blofeld, tienen una extraña manera de matar, y disfrutan con ello. Cuando en el desierto de África matan al dentista y a los esbirros del helicóptero, y se marchan juntos agarrados de la mano, no cabe duda de qué son, y creo que eso le da mucha más fuerza a los personajes. El primero es interpretado por Putter Smith, un músico de Jazz, cuyo papel es el primero que hace para el cine. Para el otro personaje se recurre a Bruce Glover, aunque se decía que buscaban a alguien parecido a Peter Lorre, y la verdad, como él mismo dijo, no se parecen en nada. Pero la química entre ellos dos fue genial.
Como apunte final, comentar el origen de la saga Bond:
Todo se debe al productor Albert R. Broccoli, o como le gustaba que le llamaran: Cubby (mote que le pusieron cuando era un muchachito). Después de diversas peripecias económicas (su familia venia de Italia, y lo mejor que consiguieron fue adquirir una granja en propiedad), se metió en el mundo del espectáculo gracias a un amigo suyo de la infancia. Después de fundar la compañía Warwick junto a Irving Ellen y de ganar bastante dinero, vino la bancarrota. El asumir todo el riesgo de producción en la película “El juicio de Oscar Wilde”, en el que se trataba su homosexualidad, les supuso un batacazo económico del que creía no se iba a recuperar nunca. Gracias a su tenacidad y buen olfato, volvió a intentar comprar los derechos de los libros de Ian Fleming relacionados con el personaje de James Bond (esto lo intentó tiempo atrás, pero su socio por aquel entonces Irving, no lo veía claro). La persona que tenía los derechos era Harry Saltzman, y no tenia intención de venderlos. Por el contrario, quería ser socio de Cubby, al cual veía muy capaz de llevar el negocio a muy buen puerto. Y así fue como decidieron hacer Doctor No, la primera película del personaje, y de la exitosa serie del agente 007, para el disfrute de todos sus seguidores, entre los que me incluyo.

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